20 de enero, San Sebastián.
¿POR QUÉ SAN SEBASTIÁN ES PATRÓN DE PALMA DE MALLORCA?
Los caballeros franceses y alemanes que durante el siglo IX
vinieron a España para participar en la Reconquista trajeron consigo sus
patronos y protectores a diferentes santos que en vida destacaron por
sus hazañas guerreras y por sus combates contra los enemigos de la
Cristiandad. La cruzada iba avanzando y los combates se ganaban bajo la
intercesión de algunos de ellos: san Antonio de Viana, san Marcial, san
Jorge, san Mauricio, san Segismundo, san Martín de Tours, san Honorato
de Arlés... De esta manera, en las nuevas tierras conquistadas se iban
erigiendo templos en su nombre, los cuales se convertían en puntos de
partida en la creación de nuevas poblaciones. Ello explica la gran
cantidad de villas y ciudades que llevan por nombre algunos de estos
santos guerreros.
Las huestes de Jaime I trajeron consigo las devociones
heredadas de sus antiguos y entre las principales se encontraba la de
nuestro patrón. San Sebastián, ya en el medioevo, tenía fama de
interceder contra las epidemias, y al estar el incipiente reino de
Mallorca a merced de todo tipo de contactos con el norte de África y con
el Mediterráneo oriental, vías importantes del contagio de la peste, la
devoción a san Sebastián entre los palmesanos se dilató. Con ello
aumentaron la solemnidad de las ceremonias y festividades con que se le
honraba. Este hecho explica que, desde los orígenes de nuestra basílica
catedral, san Sebastián estuviese presente en algunas de sus capillas.
Todo cambió cuando durante el mes de agosto cesó el estrago. Muy pronto se supo que el milagro había sido obrado gracias a la llegada a la isla de una reliquia de san Sebastián, concretamente el hueso de uno de sus brazos. Había llegado a Mallorca con el arcediano de la iglesia de San Juan de Colachi, templo de los caballeros de Rodas, Manuel Suriavisqui.
Cuenta una leyenda palmesana que cuando el arcediano y los otros monjes que le acompañaban quisieron salir del puerto de Palma para proseguir su camino, un fuerte temporal se lo impidió. Cada vez que se intentaba zarpar el temporal resurgía con fuerza. Parecía como si la reliquia de san Sebastián no quisiese salir de la isla. Los religiosos de Rodas, después de fallidos intentos de abandonar Mallorca, decidieron dejar la reliquia en Palma. A la mañana siguiente, zarparon los religiosos con el mar en calma absoluta.
En memoria de tal suceso, al cese de la peste, los capitulares y jurados instituyeron y ordenaron una general cofradía del glorioso mártir para todo el Reino con asiento en la nueva capilla, cuyos patronos eran los jurados. Estos, en 1634, presentaban al cabildo la nominación, hecha por el Gran y General Consejo y aprobada por Breve Pontificio, de patrona del reino mallorquín a favor de la Inmaculada Concepción, y de patrón de la ciudad, por el Consejo de la misma, a favor de san Sebastián. En 1711 un rayo destruyó la capilla. Enseguida se empezó su restauración. En 1757, en el centro de la capilla, se colocó la nueva imagen del Santo, traída de Roma, que ahora veneramos.
La Santa Sede confirmó el 18 de junio de 1868, bajo la autoridad del Romano Pontífice, Pío IX, y a instancias del obispo Miguel Salvá, el título de Patrono. Finalmente, el 16 de enero de 1907, el Papa Pio X, concedió la indulgencia plenaria para los fieles que honrasen a san Sebastián. Cada 20 de enero, el consistorio palmesano y el cabildo siguen honrando al patrón de Palma con una misa solemne.
Desde el año 1977, a propuesta del folclorista Bartomeu
Ensenyat, siendo Miquel Duran, concejal de cultura y Paulino Buchens
alcalde de Palma, se inició la celebración de la 'revetla' de san
Sebastián. Ese primer año la fiesta tuvo lugar únicamente en la plaza
Mayor, aunque en pocos años se extendió por todo lo largo y ancho de la
ciudad, convirtiéndose en lo que hoy conocemos como la fiesta popular
más multitudinaria de Palma.
Crónica de Bartomeu Bestad en D.M.
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