El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
-Los católicos debemos cuidarnos de: "Los Obstáculos Impuestos por los sabios, poderosos y resentidos, en el Camino hacia Dios". Por sus frutos los conoceréis.
A los enfermos Jesús quiere sanar, a todos los que se sienten oprimidos por cualquier cosa, Jesús quiere dejarle libre de su pecado y de su dolencia, pues solamente los que actúan libremente son responsables de sus actos. Lucas 4: 18
La curación de la mujer con flujo de sangre es uno de los milagros de Jesús registrados en los evangelios sinópticos.(Mateo 9:20–22, Marcos 5:25–34, Lucas 8:43–48).
Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Marcos 5, 21-43.
Salmo 144 "El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan".
Lucas 19:10: "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido". La mujer encontrada en adulterio... ¿Nadie te ha condenado?» 11. Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.» Juan 7:53-8:11.
Uno de los malhechores colgados en la cruz de nombre Gestas le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro de nombre Dimas le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
-En la Biblia, encontramos muchas referencias a la simplicidad y humildad requeridas para comprender y experimentar la presencia de Dios. Jesús mismo enfatizó esta enseñanza, revelando que aquellos que se acercan a Dios con corazones sencillos y humildes son los que verdaderamente pueden comprender Su mensaje y relacionarse con Él.
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» San Mateo (11,25-30).
Hemos complicado tanto el acceso a Dios porque, como seres humanos, tendemos a buscar respuestas complejas y a sobreanalizar las cosas. En nuestra búsqueda de comprensión y conocimiento, a menudo buscamos explicaciones racionales y lógicas para todo, incluyendo a Dios y su relación con nosotros. Sin embargo, la verdad es que Dios trasciende nuestra capacidad de comprensión plena.
En su infinita sabiduría, Dios se revela a aquellos que se acercan a Él con humildad y sencillez, a menudo mostrándose a los pequeños y ocultándose a los sabios y poderosos. Esto no significa que Dios sea exclusivo o que intencionalmente se aleje de aquellos que buscan sinceramente su presencia. Más bien, es una invitación a acercarnos a Él con un corazón abierto, libre de orgullo y prejuicios.
Jesús, en su enseñanza, nos exhorta a ser como niños simples para poder comprender la palabra y la doctrina de Dios. Al decir esto, nos está recordando que necesitamos adoptar una actitud de confianza, humildad y dependencia, similar a la de un niño. Los niños tienen una capacidad natural para recibir y aceptar, sin complicaciones ni prejuicios, y eso es lo que Jesús quiere que imitemos en nuestra relación con Dios.
El mandamiento fundamental de Jesús es amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como Él nos ha amado. En esta sencilla declaración, Jesús resume toda la ley y los profetas. Nos muestra que la esencia de la vida cristiana radica en el amor: amor a Dios y amor al prójimo. Al vivir las Bienaventuranzas y practicar las obras de misericordia, estamos reflejando el amor y la gracia de Dios en nuestras vidas y compartiéndolo con los demás.
Además, Jesús estableció su Iglesia fundada sobre Pedro y los apóstoles, y les confirió la autoridad para guiar y enseñar a sus seguidores.
Esta Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha transmitido a lo largo de
los siglos los medios espirituales necesarios para vivir en gracia y
unión con la Trinidad. Estos medios incluyen los sacramentos, que son
canales de la gracia divina, las Escrituras, que revelan la Palabra de
Dios, y la tradición, que es la transmisión de la enseñanza apostólica a
través de la historia.
En resumen, hemos complicado el acceso a Dios debido a nuestras propias
limitaciones humanas, como la vanidad, el orgullo intelectual y la
tendencia a buscar complejidad donde Dios nos llama a la sencillez.
Dios, por su parte, se revela a los corazones humildes y sencillos, y
nos ha proporcionado medios espirituales a través de su Iglesia para
ayudarnos en nuestra búsqueda de una relación íntima con Él.
Jesús nos llama a amar a Dios y a nuestro prójimo, viviendo las Bienaventuranzas y practicando las obras de misericordia. Y a través de su Iglesia, nos proporciona los medios espirituales necesarios para vivir en gracia y unión con la Trinidad. Al vivir en amor hacia Dios y hacia los demás, siguiendo las enseñanzas
de Jesús, podemos encontrar la simplicidad y la plenitud en nuestra
relación con Dios.
Nota: Es importante leer y meditar la parábola del "hijo pródigo" en Lucas 15 del 11 al 32?
10 de Julio 2023 Dídac Polo
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