Los Santos son los protagonistas de la Historia.

El Nombre que nos imponen cuando nos Bautizan, nos hace únicos, y es el que como hijos de Dios determina nuestra misión en la vida para proclamar la Buena Nueva.

LAS JMJ SON UN FARO DE LUZ

Querida juventud del mundo,

Hoy me dirijo a vosotros con un corazón lleno de entusiasmo y esperanza, para hablaros sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y su significado para la humanidad, la sociedad, las familias y, por supuesto, para todos ustedes, los jóvenes.


Las JMJ son un evento excepcional, un encuentro global que trasciende fronteras y une a personas de diferentes culturas, idiomas y tradiciones bajo un mismo propósito: transmitir el mensaje del Evangelio de amor, compasión y esperanza. Es una celebración de la fe viva que nos inspira a superar adversidades y crecer como seres humanos íntegros.

Para la humanidad, las JMJ son un faro de luz en medio de la oscuridad, un recordatorio de que, sin importar las diferencias que podamos tener, todos somos hijos e hijas de un mismo Padre celestial y estamos llamados a amarnos unos a otros como hermanos y hermanas. Es una oportunidad para buscar la paz y la reconciliación en un mundo a menudo dividido y marcado por conflictos. Las JMJ nos enseñan que la verdadera fuerza reside en la unidad y el respeto mutuo.

En la sociedad, las JMJ son una poderosa fuente de inspiración para la juventud. Nos recuerdan que ustedes son el presente y el futuro de la humanidad, y que sus sueños, ideas y acciones pueden marcar la diferencia en la construcción de un mundo más justo y solidario. Al recibir el mensaje de las bienaventuranzas y las obras de misericordia, se les anima a ser portadores de alegría, esperanza y ayuda para aquellos que más lo necesitan.

Para las familias, las JMJ son una oportunidad para fortalecer los lazos de amor y fe entre padres, hijos y abuelos. Es un tiempo para compartir experiencias, rezar juntos y crecer en la comprensión de los valores fundamentales que sustentan una vida plena y significativa. Las JMJ nutren el espíritu familiar y dan esperanza para enfrentar desafíos con valentía y fe.

Y para vosotros, queridos jóvenes, las JMJ son una experiencia transformadora. Aquí encuentran un espacio para expresarse, ser escuchados y entender que su voz y su visión son importantes para el mundo. Les brindan la oportunidad de fortalecer su fe, descubrir el significado profundo de la vida y sentir el amor incondicional de Dios, quien los llama a vivir con pasión y propósito.

Al difundir el mensaje de Jesús a todas las gentes del mundo entero, las JMJ nos recuerdan que la misión de amar y servir trasciende fronteras y abraza a toda la humanidad. Es un llamado a la unidad en la diversidad, un recordatorio de que cada uno de ustedes tiene un papel vital en la construcción de un mundo mejor.

Así que, con esperanza en el corazón y la fe viva como guía, abracemos juntos el mensaje de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Que esta celebración nos inspire a ser agentes de cambio, portadores de amor y mensajeros de esperanza en un mundo que tanto lo necesita. ¡Adelante, jóvenes del mundo, el futuro está en vuestras manos!

Con amor y fe inquebrantable,

Didác Polo

 

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