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domingo, 27 de agosto de 2023

SAN AGUSTÍN DE HIPONA, un alma en transformación de pasiones a la Fe.

  El 28 de agosto se celebra la fiesta de San Agustín de Hipona (354-430), que vivió en pecado hasta su conversión y llegó a ser obispo, doctor y padre de la Iglesia Católica.

 
“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y por de fuera te buscaba”, escribió el santo en "Confesiones", su obra más famosa.


Nacido en África en el año 354, en la ciudad de Thagaste, Numidia (hoy Argelia), San Agustín fue testigo de una vida marcada por un viaje espiritual singular. Surgió de una familia acomodada, donde su padre, Patricius, se convirtió al cristianismo en su lecho de muerte, mientras su madre, Santa Mónica, fervientemente oraba por la conversión de ambos.

Juventud Libertina y Búsqueda Espiritual

En su juventud, San Agustín se dejó llevar por las pasiones humanas, entregándose a una vida de libertad y hedonista en la que cometió pecados de impureza. A pesar de su educación cristiana, fue arrastrado por el maniqueísmo, una secta gnóstica y dualista que lo separó de su fe y conmovió a su madre. Sin embargo, una chispa divina latía en su interior.

El Momento de Transformación

La vida de San Agustín cambió en el verano de 386, mientras enseñaba retórica en Milán. Un llamado resonó en su corazón a través de las palabras "Tolle, lege" - "Toma y lee". Al abrir la Biblia al azar, sus ojos cayeron en Romanos 13:13-14, que le instaba a abandonar las lujurias y revestirse de Cristo. Este encuentro fue el punto de inflexión en su vida, marcando el inicio de su profunda conversión.

De Padre Libertino a Padre de la Iglesia

Agustín regresó a África, donde enfrentó la pérdida de su madre, Santa Mónica, y su hijo Adeodatus fruto de sus amoríos de juventid. Determinado, vendió sus posesiones para ayudar a los necesitados y transformó su hogar en un monasterio. En el año 391, se convirtió en sacerdote, ascendiendo rápidamente a obispo coadjutor y luego a obispo titular de Hipona, en Argelia.

Legado de Escritura y Sabiduría

San Agustín se convirtió en uno de los Padres de la Iglesia más influyentes, un doctor cuyas palabras resonaron a través del tiempo. Sus extensas y variadas obras teológicas, filosóficas y espirituales, como "Las Confesiones", "La Ciudad de Dios" y "En la Doctrina Cristiana", lo elevaron como uno de los cuatro doctores originales de la Iglesia, junto a San Gregorio Magno, San Ambrosio y San Jerónimo.

Canonización por Clamor Popular

Aunque la costumbre de la canonización papal aún no había surgido, San Agustín fue canonizado por aclamación popular. Su transformación de una vida llena de pasiones a la profunda fe en Cristo, su legado de escritos invaluables y su influencia en el pensamiento cristiano lo convirtieron en un faro de luz espiritual para las generaciones venideras. Su vida es un testimonio de que incluso los corazones más errantes pueden encontrar el camino hacia la divinidad.

San Agustín tiene una personalidad compleja y profunda: es filósofo, teólogo, místico, poeta, orador, polemista, escritor, pastor. Cualidades que se complementan entre sí y que convierten al Obispo de Hipona —en palabras de Pío XI— en un hombre “al cual casi nadie o sólo unos pocos, de cuantos han vivido desde el inicio del género humano hasta hoy, se pueden comparar”.

 

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