Los Santos son los protagonistas de la Historia.

El Nombre que nos imponen cuando nos Bautizan, nos hace únicos, y es el que como hijos de Dios determina nuestra misión en la vida para proclamar la Buena Nueva.

martes, 30 de mayo de 2023

SAN FERNANDO

30 de mayo, San Fernando. 

      Nació el 5 de agosto de 1199 en la hospedería del monasterio cisterciense de Ntra. Sra. de Valparaíso, en Zamora,  (desaparecido tras el latrocinio de Mendizábal de 1835), en fecha de 5 de agosto de 1199 o el 24 de junio de 1201. Era primo de San Luís, Rey de Francia.

     Hijo de Don Alfonso IX, Rey de León y de Doña Berenguela, hija del Rey de Castilla. Como Don Alfonso era tío carnal de Doña Berenguela, el Papa Inocencio III declaró nulo el matrimonio, y en 1204 Don Fernando quedó con su padre en la corte leonesa, mientras sus cuatro hermanos quedaron con su madre en la corte castellana.

     Tras la muerte del Rey de Castilla Alfonso VIII, accedió al trono el niño Enrique I, quedando Doña Berenguela como regente, y tras la muerte del niño, en 1217, San Fernando huyó de León  para ser investido Rey de Castilla con el nombre de Fernando III. Por aquel tiempo hubo hostilidades de parte del Reino de León, aunque San Fernando no quiso combatir contra su padre, y finalmente llegaron a un pacto de amistad en 1218.

      En 1219, San Fernando contrajo matrimonio con Beatriz de Suabia, hija de Federico II de Alemania, con la que tuvo ocho hijos.

     Tras la muerte de Alfonso IX, San Fernando fue coronado Rey de León en 1230, unificando ambos reinos (que habían sido divididos cuando Alfonso VII los repartió entre dos hijos).

   Tras enviudar, en 1237 contrajo matrimonio con Juana de Ponthieu con la que tuvo cinco hijos.

   San Fernando fue muy piadoso y gran devoto de la Virgen María. Rezaba cada día el oficio parvo. Recibía a los pobres a quienes sentaba en su mesa. Practicó una egregia resignación cristiana,  conformándose en todo con la voluntad de Dios.

     Fundó la Universidad de Salamanca, y promovió la construcción de las espléndidas catedrales góticas de Burgos y León, colaborando en la erección de las catedrales de Toledo, Valladolid, y Osuna. También construyó iglesias, conventos y hospitales. Estableció el castellano como idioma oficial en sustitución del latín. Auspició un tratado de derecho sobre los deberes del buen gobernante, inspirado en las virtudes cristianas.
  
     Promovió la gloriosa reconquista para liberar territorios invadidos por los musulmanes, recuperando los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla, lo que quedaba de Badajoz, y el reino de Murcia. 

      Con su reinado, se consolida la unión dinástica de los dos reinos históricos de Castilla y León, uniéndose ambos en un mismo reino (Corona de Castilla) que seguiría avanzando en la Reconquista hacia el sur peninsular, especialmente la zona del Valle del Guadalquivir.

    
     De esta forma, Fernando III, aprovechando las disonancias internas del reino almohade en Al-Andalus (que incluso provocarían la disgregación de las llamadas “Terceras Taifas”) se lanzó con arrojo a la conquista del sur peninsular, enlazando una gran cantidad de victorias consecutivas en todas sus acometidas: Baeza (1227), Córdoba (1236), Jaén (1246) y por fin su conquista más preciada, la ciudad de Isbilyah (Sevilla), joya y capital del imperio almohade, que conquista en 1248 acompañado de figuras como Ramón de BonifazGarci Pérez de Vargas, o de Pelay Pérez y Correa, entre otros.

     Sus enfrentamientos tuvieron por fin, liberar a España de la esclavitud en la que la tenían los moros, y por ende liberar también a la religión católica del dominio árabe.

     Como todos los santos fue mortificado y penitente, y su mayor penitencia consistió en tener que sufrir 24 años en guerra incesante por defender la patria y la religión.

     En sus cartas se declaraba: "Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima, y Alférez del Apóstol Santiago. El Papa Gregorio Nono, lo llamó: "Atleta de Cristo", y el Pontífice Inocencio IV le dio el título de "Campeón invicto de Jesucristo".

    Propagaba por todas partes la devoción a la Santísima Virgen y en las batallas llevaba siempre junto a él una imagen de Nuestra Señora. Y le hacía construir capillas en acción de gracias, después de sus inmensas victorias. Este gran guerrero logró libertar de la esclavitud de los moros a Ubeda, Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla. Para agradecer a Dios tan grandes victorias levantó la hermosa catedral de Burgos y convirtió en templo católico la mezquita de los moros en Sevilla. 

    También trabajó en una cruzada para conquistar territorios del Norte de África, aunque esa labor la desarrollaría, tras su muerte, su hijo Alfonso X el Sabio.

     Ya moribundo, San Fernando recibió con gran fervor el viático, echándose una soga al cuello e hiriéndose el pecho. Tras dar piadosos consejos a su hijo heredero, falleció el 30 de mayo de 1252 en Sevilla.

     No cabe ninguna duda, pues todas las fuentes lo confirman y coinciden, en que fue un rey piadoso, benigno y compasivo. De profundas raíces cristianas, jamás fue altivo ni arrogante, sino que hizo de la humildad y de la obediencia su razón de ser. Tanto es así que ni en su coronación como Rey de Castilla organizó celebraciones, ni para su sepulcro quiso estatuas ni adornos.
    
     De esta forma, en el año 1671 fue canonizado por el Papa Clemente X. Los años anteriores a esta canonización, se tuvo que proceder a una larguísima búsqueda por toda la ciudad de imágenes del rey que acreditaran su fama de santidad. Como curiosidad, de esta labor se encargó ni más ni menos que el mismísimo Bartolomé Esteban Murillo, que en 3 años de búsqueda por toda la ciudad reunió tal cantidad de imágenes que se atestiguó la fama de santidad del rey a los ojos del Papa.


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