Los Santos son los protagonistas de la Historia.

El Nombre que nos imponen cuando nos Bautizan, nos hace únicos, y es el que como hijos de Dios determina nuestra misión en la vida para proclamar la Buena Nueva.

sábado, 22 de julio de 2023

SANTA MARÍA MAGDALENA, la primera persona que vio a Cristo resucitado.

    Cada 22 de julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de Santa María Magdalena, discípula del Señor, llamada así por ser originaria de “Magdala”, población que estaba situada en la orilla occidental del Lago de Genesaret (mar de Galilea).


Mujer que anuncia la Pascua

María Magdalena fue seguidora de nuestro Señor Jesucristo, quien la escogió para ser testigo de su resurrección, incluso, antes que los apóstoles. Por eso, fue ella quien recibió el encargo de testimoniar la victoria del Maestro sobre la muerte.

Ese llamado particular dentro de su discipulado convierte a Santa María Magdalena en modelo para todo aquel que está llamado a evangelizar; porque es ella quien encarna la figura de la mujer que anuncia el mensaje gozoso y central de la Pascua: la vida nueva en Cristo.

El Papa Emérito Benedicto XVI en 2006 resumía con precisión cuán relevante es ella en la vida cristiana: “La historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”.

"Cuando los demás la juzgaban y despreciaban por su pasado, el amor de Jesús la abrazaba con ternura y misericordia. En ese abrazo sanador, María Magdalena halló la redención y se convirtió en una ferviente apóstol de su enseñanza. Abandonando las sombras de su pasado, emergió como una ardiente mensajera de la verdad divina, llevando consigo la llama encendida de la fe y el amor incondicional.


Su devoción no conoció límites, pues incluso en los momentos más oscuros de la vida de Jesús, cuando fue crucificado y sepultado, María Magdalena permaneció al pie de la cruz y custodió su tumba con una lealtad inquebrantable. Fue en la aurora de un nuevo día, en el sepulcro vacío, cuando su entrega alcanzó la cúspide del amor transformador. Allí, el encuentro con el Cristo resucitado llenó su corazón de gozo indescriptible y la hizo portadora de una esperanza eterna.

Desde entonces, María Magdalena se convirtió en la imagen misma del amor divino encarnado. Su entrega y pasión se convirtieron en un faro para las almas sedientas de significado y redención. Su vida se convirtió en un testimonio vivo de cómo el amor incondicional puede transmutar el dolor en esperanza y la oscuridad en luz". Diego Polo

Así pues, celebremos a Santa María Magdalena como el ejemplo supremo de amor y pasión entregados sin reservas a lo divino. Su legado perdura a lo largo de los siglos, inspirándonos a buscar la conexión con lo trascendente y a entregarnos con pasión y devoción a la causa del amor en todas sus formas. Que su llama sagrada siga ardiendo en nuestros corazones, recordándonos que el amor es la fuerza primordial que guía nuestros pasos hacia la eternidad.

El Evangelio está lleno de referencias a María Magdalena: como la pecadora (Lc. 7, 37-50); como una de las mujeres que seguían al Señor (Jn. 20, 10-18) y como María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc. 10, 38-42). La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno (s. VI - inicios del s. VII).

"A quien poco se le perdona, poco amor muestra" (Lc 7, 47)

Siempre que volvemos sobre Santa María Magdalena es necesario profundizar en el misterio de la misericordia de Dios. Ella, sin Jesús, había hecho de su vida extravío y perdición. María llevaba el alma herida, y no conocía su propio valor.

Santa Magdalena,
dau-nos 'metla plena
de bessó granat,
olives i figues
i belles espigues
de deixa i de bla!!!!

Es Jesús quien le revela el sentido de su vida y dignidad. En ese sentido, la conversión de María Magdalena es un preclaro ejemplo del poder transformador de la gracia, capaz de darnos una nueva vida, libres del poder del pecado y sus consecuencias. El perdón reconstruye lo que estaba roto y da a luz un ‘hombre nuevo’ que anuncie el Amor.

 

 

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