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jueves, 10 de agosto de 2023

SAN LORENZO, Diácono y Mártir: Nos enseña que no debemos temer la opresión religiosa.

   San Lorenzo 10 de agosto, Presbítero y Mártir: "Coronado de Laurel"

San Lorenzo, cuyo nombre significa "coronado de laurel", es recordado como un diácono valiente y mártir del cristianismo primitivo. Su vida y sacrificio han sido transmitidos a través de los relatos de figuras como San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio.


Lorenzo ocupaba un lugar entre los siete diáconos de Roma, los hombres de confianza del Sumo Pontífice. Como diácono, su papel era de gran responsabilidad, ya que estaba a cargo de la distribución de ayuda a los necesitados.

En el año 257, el emperador Valeriano emitió un decreto de persecución que condenaba a muerte a todos aquellos que se declararan cristianos. El 6 de agosto, mientras el Papa San Sixto celebraba la Misa en un cementerio de Roma, fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por orden de las autoridades imperiales. Cuatro días después, el diácono San Lorenzo también sufrió el martirio.

Según la antigua tradición, cuando Lorenzo se dio cuenta de que el Sumo Pontífice estaba a punto de ser asesinado, le dijo: "Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?". San Sixto respondió: "Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás". Esta perspectiva llena de esperanza alegró a Lorenzo, quien anticipaba reunirse pronto con Dios en la gloria eterna.

En vista del peligro inminente, Lorenzo tomó medidas audaces. Recolectó todos los bienes y recursos de la Iglesia en Roma y los distribuyó entre los pobres. Varios cálices de oro, copones y candelabros valiosos fueron vendidos, y el dinero obtenido se entregó a aquellos más necesitados.

El alcalde de Roma, un pagano con afán de lucro, ordenó a Lorenzo que reuniera los tesoros de la Iglesia para financiar una guerra imperial. Sin embargo, Lorenzo pidió tres días para cumplir con esta tarea. Durante ese tiempo, invitó a los desfavorecidos a quienes él solía ayudar: pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos. Al tercer día, reunió a esta asamblea y desafió al alcalde con los tesoros más preciados de la Iglesia: los rostros y las historias de aquellos a quienes la Iglesia servía.

Enfurecido por esta respuesta, el alcalde amenazó con torturar y martirizar a Lorenzo. El diácono fue sometido a la tortura de una parrilla de hierro ardiente. A pesar de los terribles dolores, Lorenzo mantuvo una actitud serena y trascendente, ya que su anhelo de unirse a Cristo superaba el sufrimiento físico.

Mientras ardía en la parrilla, los cristianos afirmaron haber visto el rostro de Lorenzo rodeado por una luz divina y experimentaron un aroma agradable, mientras que los paganos no notaron nada inusual.

En sus momentos finales, Lorenzo bromeó ante su verdugo: "Ya estoy asado por un lado. Ahora, voltéenme para quedar asado por completo". Finalmente, el mártir entregó su vida con una oración por la conversión de Roma y la difusión global de la fe cristiana. Era el 10 de agosto del año 258.

La valentía y firmeza de Lorenzo, tal como lo relata el poeta Prudencio, contribuyó significativamente a la conversión de Roma, marcando el inicio de la disminución de la idolatría en la ciudad, según San Agustín.

Los milagros atribuidos a Lorenzo reforzaron su legado. En su honor, se erigió la hermosa Basílica de San Lorenzo en Roma, la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.

La festividad de San Lorenzo, celebrada el 10 de agosto, sigue recordándonos su heroísmo y fe inquebrantable, así como su inspirador compromiso con los más necesitados.

 

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