"Hoy la Iglesia celebra el Sagrado Corazón de Jesús". Es un recordatorio del Dios encarnado que entregó su vida por todos nosotros y abrió la posibilidad de la vida eterna al resucitar. Sin embargo, quiero enfatizar que esta posibilidad no es gratuita, ni siquiera cuando se trata de nuestra relación con Dios. Es necesario cumplir con sus preceptos y condiciones. Debemos amarlo a Él y amarnos mutuamente, de la misma manera en que Él nos ama.
Aunque parezca fácil, en este mundo lleno de envidias e intereses personales, a menudo nos encontramos en caminos divergentes. Olvidamos que al final de nuestros días, no nos llevaremos nada material, solo el amor que hayamos dado y recibido.
"Así que, en este viernes, te invito a reflexionar sobre el significado de amar a los demás y vivir en coherencia con los valores que Jesús nos enseñó".
Recuerda que el amor genuino y desinteresado tiene el poder de transformar nuestras vidas y el mundo que nos rodea. No permitas que las distracciones mundanas te desvíen de tu propósito de amar y ser amado. Aprovecha esta oportunidad para cultivar relaciones auténticas y significativas, donde puedas dejar una huella de amor duradera.
¡Que tengas un viernes bendecido!
La devoción al Corazón de Jesús
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros
tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón
abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la
Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción
al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos
al mismo Corazón de Dios. Pero fue Jesús mismo quien, en el siglo
diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una
humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la
devoción a su Sacratísimo Corazón.
El 16 de junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir:
"He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor."
Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.
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